ARGENTINA, DEMASIADOS LOCOS SUELTOS
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ACTUALIDAD  // Publicado el 08 de octubre de 2023  //  17.00 horas, en Bogotá D.C.

Dentro de las contradicciones y dislates que se cruzan en la decadencia argentina, los que suceden en el interior de esa sociedad y en su clase dirigente, aparece el impacto reciente del fenómeno Milei, quien rompió toda previsión sobre el desarrollo del proceso electoral en marcha, con un tranco inicial en el pasado inmediato al celebrarse las primarias, llamadas PASO (Primarias abiertas simultáneas y obligatorias). Puja que le dio a Milei un triunfo contundente, frente a sus rivales tradicionales de la política. Fue un verdadero cachetazo del electorado a su dirigencia ante la degradación general del país y un llamado de atención que dice que el tiempo de los populismos parece no llegar a su fin, porque el sorprendente ganador de las primarias también está considerado como populista. Milei es un outsider de este ir y venir, con sus puñados de locuras propias y las de sus seguidores, tal como lo han sido en tiempos recientes las de Donald Trump o Jair Bolsonaro, aunque el argentino muestra diferencias sustanciales con estos dos: Trump estaba en el seno del partido Republicano y Bolsonaro tenía dos décadas de experiencia legislativa antes de apostar a la presidencia de Brasil. Milei no tiene nada de eso, no tiene bagaje al respecto, pero sí cree por ejemplo que el cambio climático es una mentira. Se parece apenas con los otros por el radicalismo negador del daño al ambiente y algunos de los gestos y expresiones de acabar con todo o parte del sistema. La diferencia básica con los otros está en lo que hace a carrera, experiencia en el Estado y tejido político de apoyo institucional. Por ahora el panorama que se presenta en la Argentina con el protagonismo de Javier Milei pareciera ser un nuevo salto al vacío de la institucional. Parte de la prédica y puesta en escena del candidato es el enarbolar una motosierra, presentarse con guantes de boxeo y su lema estentóreo: “¡viva la libertad, carajo…!”, con el que pudo alzarse con un triunfo parcial afirmado en un tercio del electorado. Todo esto dentro de la descomunal locura de la corrupción sideral que desenmascaró a un otro filibustero del kirchnerismo, entre otros tantos y en los últimos días: Martín Insaurralde.

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Escribe: Néstor DÍAZ VIDELA

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Queda aún por recorrer un trecho que tiene dos cruces electorales, uno en el cercano 22 de octubre y otro eventual semanas después en un probable balotaje antes de diciembre, mes postrero en el que debe asumir el nuevo gobierno. Milei como en las disputas de la fórmula Uno, parte primero en la largada, en tanto que sus otros dos rivales lo siguen con otros dos tercios de menor sumatoria en votos. El emergente aún no es presidente, pero parte bien aspectado, aunque lo que resta no es fácil para él, ello no obstante su optimismo y lo que dicen los números iniciales del proceso. Una Argentina fragmentada en ánimo y visión hacia adelante, que por momentos se asemeja a un espectáculo de esquizofrenia colectiva, con desesperanza aprendida, debe soportar en la espalda una inflación que podría llegar al 150 por ciento anual al finalizar 2023 y con amenaza de hiperinflación. En el periodo que corre, como parte de la locura de la que es parte el candidato oficialista Sergio Massa -al tiempo ministro de Economía- afirma que como presidente resolverá el problema de la inflación y la miseria que crece, pero que no atina a resolver la coyuntura ahora, mientras gasta de unas arcas estatales sin recursos, propaganda de casino y emisión desbordada de billetes sin respaldo, en regalos para compra votos.

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El remoquete de “loco” acompaña a Milei desde niño, quienes lo conocieron señalan que fue inevitable aplicarle y hostigarle con esa forma estigmatizante de llamarlo, excluirlo y señalarlo. El libro de Juan Luis González * que lleva como título precisamente el apelativo, lo dice en descripción histórica. El proceso continúa y no puede negarse que existen serias dudas en el interior de Argentina y en exterior ** sobre la estabilidad emocional del candidato. No son aprensiones sobre el vacío, un triunfador en elecciones que dedica el mérito del triunfo a sus perros -a los que él mismo afirma pide consejo para tomar decisiones- y que ha hecho público que invoca el espíritu de uno de sus canes ya muerto, pone demasiadas incógnitas sobre el comportamiento de quien podría ser el próximo jefe del estado argentino. Aunque hace pocas semanas apareció en público con una relación sentimental “normal” para quien aspira a ocupar la Casa Rosada desde el próximo diciembre, se considera anorgásmico y practicante, además de maestro, del llamado “sexo tántrico”. Una antigua práctica oriental.

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Con una infancia traumática ante un padre maltratador, según señalan quienes conocen las historias al respecto, Milei tiene en esto un paralelo de niñez con Mauricio Macri. No faltan los expertos que señalan que ambos, el ex presidente y el presidenciable, jamás pudieron sublimar las dificultades de sus años en minoría de edad. La incertidumbre no termina allí frente a la personalidad de Milei y de buena parte de quienes aparecen para secundarlo en las aspiraciones a cargos legislativos y ejecutivos. Una clara actitud irascible de censura a periodistas y medios de comunicación que hacen demasiadas preguntas, muestran un temperamento de destrato y con trazas autoritarias, demasiado sensible en repulsa hacia la crítica. Milei es abanderado al respecto y no duda, cuando una pregunta no le agrada, en señalar que el periodista o el medio están sobornados. Algo muy peligroso para el futuro de la libertad de expresión si el candidato llegara a un triunfo definitivo. Como queda planteado pareciera no ser este candidato el único que desvaría.

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Una de las aspirantes a diputada nacional de las listas de Milei, Lilia Lemoine, asegura que la tierra es plana y pareciera no ser solo ella la única que piensa así entre los que siguen al hirsuto candidato. Ella es manicurista y custodia de la imagen personal de quien se presenta como “león”. Este hombre, que se convirtió de un salto en el más opcionado para ganar las elecciones argentinas y por momentos pareciera seguir subiendo en las encuestas, mantiene en alto las provocaciones y negocia con quienes dice condenar: “la casta” ***. Cabe preguntarse entonces, ¿la Argentina enloqueció como un colectivo social extenso?; no hay forma de saberlo por anticipado a pocas semanas del primer pulso definitorio, pero hay detalles recurrentes que señalan que la pérdida de contacto y sindéresis con la realidad no afecta solo a quienes siguen a Milei. El experto y psicólogo español Iñaki Piñuel, aseguró hace pocos días y haciendo referencia al fenómeno que se presenta en la Argentina, que todo político tiene algo de delirante y eso tiene demasiadas evidencias a lo largo de la historia.

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De lo contrario la humanidad no hubiese vivido las tragedias por las que ha transitado. La Argentina ha pisado el acelerador a fondo en este sentido y no es desde ahora. El agobiante sufrimiento al que ha sido sometida esa sociedad en las últimas décadas, hace pensar que el estrés ha hecho pasar a la gente de los límites básicos de la lucidez y el sentido común, lo dicen a diario los columnistas en los medios masivos del país y, en las redes, no pocos expertos del país afectado. La facción kirchnerista que aún gobierna y lo hace desde hace dos décadas, salvo el intervalo de cuatro años en que estuvo Mauricio Macri a cargo de la Casa Rosada, es una de las fuentes de los mayores dislates que en lo institucional y político han afectado y siguen afectando a la Argentina. Antes, debe observarse que fueron los propios argentinos quienes, a sabiendas, los votaron de forma mayoritaria y en alguna ocasión de manera aplastante. Primero a Néstor Kirchner, luego a su cónyuge y viuda, Cristina Fernández. Causa y efecto. Lo demuestra sin fórmulas complejas el solo hecho de saber todos desde el inicio, cómo la señora Fernández manipuló en 2019 la fórmula presidencial que llevó al frente a Alberto Fernández y a ella como vicepresidenta, para desplazar a Macri.

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El expresidente perdió su reelección de hace 4 años por sus propios yerros de gestión y la debilidad institucional que su fuerza tenía por entonces, al ser minoría en el legislativo y en la fuerza provincial, pero fue una gestión de tendencia republicana, talante democrático y tratando de estar dentro de los cánones externos a la locura que hoy se vive con mayor profundidad y afecta a la Argentina. Cristina Fernández sabía que ponía a cargo del Estado a un títere de sus manejos, como lo ha sido el presidente Alberto Fernández, una de cuyas funciones era destrabarle los expedientes judiciales que la señalan a ella y a varios de sus seguidores, además de sus dos hijos, de la mega corrupción que aportó a la pobreza vigente que afecta a la mitad de la población. No obstante, los argentinos votaron por un mayor sometimiento, tal como quedó a la vista en el presente. La señora Fernández ya ha sido condenada por una porción de sus delitos y los juicios por causas agregadas siguen avanzando. Es esta otra manifestación de la enajenación de una parte de la clase política afín con la delincuencia y de otros no menos locos porque hay quien los votan en la sumatoria de locuras (aresprensa).

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Léase: GONZÁLEZ, Juan Luis. El Loco: la Vida desconocida de Javier Milei y su irrupción en la política argentina. Google books [on line]

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** Léase: Milei es un riesgo para la democracia. The Economist. London, 07- 09 - 23

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*** Para Milei esa casta no es otra que la tradicional dirigencia política y sus corporaciones, encarnadas en la “mafia“ sindical con la que el candidato no tiene problemas en negociar y llegar a acuerdos, el empresariado prebendario del Estado y otros sectores sociales afirmados en sus privilegios estructurales.

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VÍNCULOS : PUTIN EN EL PUNTO CULMINANTE

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