ARTBO FIN DE SEMANA |
PATRIMONIOS CULTURALES // ARTES VISUALES // Publicado el 04 de mayo de 2025 // 20.30 horas, en Bogotá D.C.
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Entre el viernes 25 y el domingo 27 de abril, se cumplió una nueva cita de Artbo fin de semana. Un encuentro cultural alrededor de las artes visuales que ya es parte de las costumbres en la metrópoli andina. Al menos lo es para quienes aprecian esta dimensión de la estética, que sin ser tantos tampoco son pocos. Es un encuentro que se extiende en buena parte de la ciudad y compromete los sitios más representativos de exhibición en este ámbito. Fueron tres días de visitas abiertas al público general, que van más allá de la apreciación en salas y espacios afines. En efecto la invitación se complementó con disertaciones y conversatorios, entre otras posibilidades de expansión subjetiva, que aportan a este rubro. Es además anticipatoria a la gran cita internacional de Artbo, que se celebra en el segundo semestre del año. La afirmación de estos procesos en la evolución de las industrias culturales de Colombia, que llaman la atención en la región, tiene en estas jornadas de fin de semana una demostración de vigor, dentro del marco problemático y crítico que vive el país. El proceso creado y orientado por la Cámara de comercio de Bogotá tiene su ápice en la referida cita internacional, la que tendrá lugar antes de concluir el 2025 que avanza. Esta edición apenas concluida abre perspectivas a la décima edición de Artbo fin de semana, señera en Sudamérica. En los últimos días de abril también fue designado Jaime Martínez como nuevo orientador de esta propuesta.
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Los organizadores han dicho de este acontecimiento de tres días en fin de semana, que se trata de “…un circuito expandido…” y, en efecto, es un evento que cubre buena parte de la capital del país. Estuvo en la ocasión compuesto por 86 espacios, articulados por seis circuitos de recorrido. Una amplia cobertura que abarcó buena parte de la urbe, desde el centro tradicional hasta el norte, lo que en línea recta cubre más de diez kilómetros. La agenda de actividades no solo estuvo integrada por la apreciación de obras de arte tradicionales, también hubo talleres, conversatorios, proyectos editoriales y diseños de autor. Una oferta de buen espesor y convocante. Tal paleta tiene tradiciones en la espalda. Ya la Bauhaus alemana hacía mixtura de géneros y aterrizó como otras vanguardias lo que desde el siglo XIX fue transformación y experimento. Fue aquel un cruce entre las propuestas adversas a lo tradicional en representaciones estéticas y los aportes de modernidad y modernización que no hicieron asco a las ofertas de la técnica y la tecnología, entonces incipiente.
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Lo disruptivo frente a la tradición no la excluye. Ya Hegel señaló que el progreso no es otra cosa que “…avanzar conservando…”. En esa reflexión se afirma todo lo hecho desde el Renacimiento: ¿acaso los creadores de ese periodo, hace medio milenio, no se afirmaron en las tradiciones grecolatinas?; y qué decir de Pablo Picasso, quien tomó al arte primigenio del África como referente para sus obras vanguardistas. En la ocasión, los organizadores de Artbo fin de semana tomaron al Palacio de San Francisco en el centro de Bogotá y con su estilo neoclásico, para desarrollar la parte del programa en el que los visitantes pudieron participar de la agenda de segmentos pedagógicos: “Intervención”, “Conversaciones” y “Encuentro editorial”. El componente intervención tuvo como eje el ingrediente de fomentar el interés por el coleccionismo, con la exhibición de piezas de una treintena de artistas seleccionados en la previa. Aunque el estímulo básico fue la política de circuitos con movilidad y acceso gratuito a los sitios y programas agendados.
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La organización del encuentro insiste en la afirmación de una posible y futura fortaleza coleccionista, sin prisa y sin pausa. No es para menos, la producción creativa y las convergencias en actividades como las señaladas no son suficientes para afirmar una tradición visible en este campo de las artes. Hace algo más de cuatro décadas emergió una economía bajo superficie interesada en la inversión en obras de arte, pero es obvio que esa corriente fue una burbuja destinada a desaparecer por la propia naturaleza de su origen. No obstante, permitió robustecer el crédito hacia creadores que habían surgido en buen número desde las décadas de los años cincuenta y sesenta. Nada tiene que ver aquella parábola gris con lo que evoluciona en este momento histórico, salvo la posibilidad positiva de aprovechar la inercia de aquella otra historia superada. En los tiempos reseñados no había tantos espacios de exposición como los vigentes, ni experiencias como las de Artbo cada vez más maduras y que eran por entonces impensadas e impensables.
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El espacio “Conversaciones” es otro de los complementos tradicionales en este proceso. La ilustración y actualización sobre la evolución del arte visual y su mercado no se agota en la apreciación y el “aura” que pretende explicar la relación especial que se establece entre la obra de arte y la aceptación eventual del espectador. El segmento reunió a 21 curadores y expertos que, desde el lenguaje académico, ilustraron sobre tendencias y claves creativas. El invitado especial en la ocasión fue Raphael Fonseca, quien orienta lo pertinente al arte latinoamericano en el museo alusivo de Denver. Junto con este experto estuvieron, entre otros, Pedro Rocha y Amanda Carneiro. Esta última, curadora jefe del Museo de arte contemporáneo de São Paulo. Bajo la consigna “La Araña tiene la mosca en su cabeza”, inspirada en las teorías Umwelt de Jakob von Uexküll, se desarrolló la experiencia curatorial de este Artbo fin de semana. Ese enfoque conceptual tiene un cierto tufillo de cultura “woke”, pero todo se disculpa cuando se trata del arte y su condición disruptiva incluso si se retorna al pasado, tal como ya se señaló.
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El escenario para la industria editorial vinculada con las artes es también un cruce de añejada tradición, que revive en momentos inesperados y trepa cumbres a veces no imaginadas. Valga como ejemplo el enlace que se ha hecho por estos días con la producción “El Eternauta”, que protagoniza un laureado por el Oscar como lo es Ricardo Darín. Esa producción que ha estrenado Netflix surgió de una historieta argentina creada y publicada en los años 50 del siglo pasado. Un comic
que de la mano de la tecnología de punta recobra ahora vida en creaciones que entrecruzan lo editorial, lo visual y lo escénico. Colombia también cuenta con una gran tradición en esa relación de las artes gráficas y editoriales, en vínculo con las artes visuales en sentido estricto. En parte como resultado de la línea de tiempo ya trazada y el bagaje acumulado tanto en lo institucional como en la producción nacional, Artbo anunció la constitución de un comité asesor estratégico internacional y una nueva directiva, que encabeza Jaime Martínez (aresprensa).
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VÍNCULOS : ARCO MADRID, SIN REPULSA A LO PRIMIGENIO // DOS DÉCADAS DE ARTBO // FILATELIA, ARTE VISUAL
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