BOLIVIA: AMISTADES PELIGROSAS, DÓLARES E INESTABILIDAD |
ACTUALIDAD // Publicado el 23 de septiembre de 2024 // 20.30 horas, en Bogotá D.C.
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Un país siempre martirizado por su turbulencia interna, la que sigue estando ahí hacia el futuro inmediato. Un panorama que se prolonga desde su nacimiento decidido por las ambiciones geopolíticas de Sucre y Bolívar, además del supuesto de la dirigencia altoperuana en aquel tiempo, en el sentido de estimar que el separarse de la estructura heredada del virreinato del Río de la Plata los pondría a salvo de las guerras civiles que estallaron en lo que hoy es Argentina. País que fue espacio central de aquel virreinato desgarrado, en lo inmediato de producida su independencia. Bolivia ya separada no pudo evitar sus propias contradicciones, las mismas que creyó eran problema ajeno. Si a eso se agrega lo trágico de su destino en la confrontación con los otros vecinos, se tiene un menú completo de desestabilización que se proyecta sin remedio, definiendo rumbos inciertos con quienes comparte fronteras, y más allá. La erupción del presente tiene que ver con las crisis sumadas por la rivalidad entre facciones de la misma orientación política y la crisis económica del país, en la que la carencia de reservas en valor de cambio internacional y el agotamiento de sus yacimientos de hidrocarburos golpea a todos los estratos de la sociedad, en particular a los más vulnerables. Todo después de alguna bonanza del pasado reciente. No paran ahí las cosas, un reciente pacto de defensa con Irán pone a la defensiva a toda la región, de la misma manera como ocurre con la caribeña Venezuela, país con el que la dirigencia gobernante en La Paz guarda indisimulada simpatía. Otro factor de intranquilidad y conflicto es el señalamiento que se le hace al país como un narcoestado, incluso como estado fallido.
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Escribe: Rubén HIDALGO
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Entonces, ¿hacia dónde marcha Bolivia?, es difícil responder a esta pregunta y se supone que por el potencial de riquezas que tiene su suelo debería ostentar un destino venturoso y de equilibrio geopolítico para la región. Pero nada más distante de esa posibilidad y así lo ha sido en el marco histórico regional, no porque los cercanos sean virtuosos y los dirigentes del país altiplánico no, se trata simplemente de mantener una carga histórica de yerros en las decisiones que marcan a los propios y a los que comparten destino en el entorno geopolítico. La Argentina en sus medios de comunicación y en buena parte de la opinión entiende que ese vecino fronterizo del norte es un país sin remedio. El primer anatema hace que los opinadores australes y quienes creen en sus criterios, afirmen la idea de que todos los males que azotan a los argentinos con el flagelo del narcotráfico, tienen su origen en Bolivia, al tiempo que también en Paraguay, e incluso en las mafias brasileñas que, se sabe, tienen proyección en todo el litoral Este del llamado Cono sur.
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Ya el gobierno argentino ha confrontado con la dirigencia boliviana por las recientes declaraciones de la Casa Rosada, negando que el movimiento militar de julio pasado hubiese sido un “golpe de estado blando” y fue uno de los pocos vecinos que no se solidarizó con La Paz cuando se produjo el conato de los uniformados. Entre bambalinas también en esta tensión está presente la disparidad ideológica que arranca desde tiempos del gobierno de Evo Morales con Mauricio Macri y la connivencia del ex presidente con la dirigencia kirchnerista en la administración de la Argentina no alivió la sorda desconfianza de la opinión austral con aquel mandatario y su sucesor el actual presidente Arce. Esa tensión persistente y en nada ha favorecido los intereses de la gente común que pasa la frontera. Tirantez que ha generado víctimas mortales para el caso de los argentinos necesitados de atención médica en el territorio boliviano. Eso en colusión con los prejuicios que estigmatizan a los bolivianos que residen en el territorio del vecino, con aprensiones a menudo insalvables.
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La crisis económica que ahora golpea a Bolivia es desestabilizante no solo por la inquietud de los uniformados, conjurada en sus inicios, sino porque los sindicatos y organizaciones sociales que respaldan a Evo Morales también son parte de la agitación interior constante. En días pasados hubo grupos de indígenas que cortaron los accesos a la capital, en rechazo a la situación económica y su consecuencia en lo social, según dijeron. Todo esto dentro de la disputa por el poder que mantienen desde inicios de la década los que fueron socios del Movimiento al Socialismo: el ex presidente Morales, quien insiste en volver al Palacio Quemado, y el actual mandatario jaqueado por la crisis. La bonanza boliviana que trajeron las exportaciones de hidrocarburos y una política económica razonable dentro de gobiernos de izquierda, también es ahora una nostalgia para los bolivianos de a pie. En el presente Bolivia debe importar combustibles y temblar por sus reservan en el banco central que no superan los dos millones de dólares, cuando llegó a tener hasta ocho veces más.
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Morales debió abandonar sus aspiraciones presidenciales previas, en 2019; cuando la acusación en unas elecciones que presagiaban la posibilidad de un presidente eterno, lo obligaron a exiliarse en la Argentina, donde alguna vez dijo que los gobiernos populares de la región debían conformar milicias de apoyo. No se le puede pedir a Morales una gran formación histórica o de cultura general, pero eso de las milicias fue lo que hicieron las dictaduras fascistas europeas el siglo pasado y tienen un reflejo de espejo en los trágicos grupos que se conocen como “colectivos”, en Venezuela. Luego del triunfo de Arce, candidato de reemplazo del MAS, el ahora desafiante Evo Morales regresó al altiplano y se profundizó la crisis de esta facción política. Así, llegó el enfrentamiento entre ambos líderes y la división que ahora enfrenta a Morales con el actual presidente, con la grieta por ahora insalvable entre estos dirigentes, lo que afecta aún más al país porque el oficialismo perdió el control legislativo y con ello la gobernabilidad necesaria para conjurar las otras crisis.
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Dentro todo este complejo panorama hay otra problemática de contexto que suma y es quizá más enrevesada que las anteriores, en lo que hace a sus repercusiones internacionales. Se trata del acuerdo bilateral de entendimiento para la “defensa y seguridad”, entre los andinos y Teherán. La crítica más dura sobre la firma de este acuerdo llegó también desde la Argentina, la víctima de los atentados contra una mutual judía en Buenos Aires, antecedida por otro ataque contra la embajada de Israel, con casi un centenar de muertos sumados en ambos ataques. Aunque Irán siempre negó tener algo que ver con esas operaciones terroristas, las investigaciones locales y la justicia federal argentina entienden lo contrario, aunque hay perseguidos iranés por aquellos hechos, estos permanecen hasta hoy impunes. Vale señalar, entre paréntesis, que la administración de Cristina Fernández firmó con el gobierno teocrático persa un memorando de entendimiento que hubiese cristalizado la impunidad de quienes han sido considerados culpables de esos atentados ocurridos hace tres décadas (aresprensa).
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VÍNCULOS : ARGENTINA: SINTONÍA, TRAGEDIAS Y VERGÜENZA
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