COLOMBIA - VENEZUELA, UNA GUERRA ASIMÉTRICA
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ACTUALIDAD  //  Publicado el 30 de marzo de 2021  //  17.15 horas, en Bogotá D.C.

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La represión en Venezuela no se detiene, siempre tiene espacios para avanzar sobre aquellos a los que el régimen considera y siente como enemigos. Avanza sin reatos ni vergüenza, sí con sevicia, sadismo y cinismo negacionista. Sus militantes en delirio ideológico o simple vocación delictiva y criminal -“sedienta de sangre”, como dijo hace varias décadas uno de los íconos extremistas, Ernesto Guevara de la Serna- se sienten iluminados por lo que ellos siguen creyendo es una revolución en la que todo vale, en particular las abyecciones. Deben suponer que son una suerte multiplicada de redivivos Lenin tropicales. Lenin fue aquel que derribó a un imperio alicaído, pero imperio al fin, con no más 15 mil fanáticos de la alteridad imaginada y con supuesta superioridad moral. Un pequeño grupo de mesiánicos impugnadores pero con la inestimable ayuda del emperador alemán y una encomendada misión elemental: hacer que aquella alicaída Rusia en guerra firmara una paz que, en verdad, fue una claudicación aunque temporal. Una paz subalterna que, por los dados de la historia y como en el fútbol, no suele hacer caso de la lógica lineal. Hace una década, durante el último tramo del gobierno de Álvaro Uribe en Colombia, él y su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, estuvieron sopesando un eventual ataque * a bases de formaciones subversivas en Venezuela. Fue después de una acción oficial de las fuerzas armadas colombianas sobre un campamento que las Farc tenían en plena operación sobre la frontera del sur colombiano, pero en espacio ecuatoriano. Fueron expresiones y acciones de una guerra asimétrica que aún está en desarrollo, en este caso al norte del país más afectado por su incremento. Este tipo de enfrenamientos no solo mantienen secuestrada en primer término a la certeza empírica, la "verdad", sino que lo confuso y difícil del abordaje de sus procesos en concepción y acciones, vela para la opinión general lo trágico y brutal de su evolución.

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Escribe: Néstor DÍAZ VIDELA

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Si se mirase en blanco y negro lo de Lenin y sus iluminados de la “vanguardia lúcida”, lo que ocurrió en la vieja Rusia fue un acto liso y llano de traición a la patria. En paralelismo con una distancia centenaria, pueden suponer también los delirantes venezolanos y sus compinches en la región, que es lícita la apuesta por el “pobrismo”, la nueva baraja de estos revolucionarios de pacotilla que merodean por la América Latina y se prenden como lapas al poder cuando consiguen asaltarlo, para saquear el presupuesto. Los pobres que ellos dicen representar siguen allí y se incrementan, mientras los déspotas entran a saco sobre los recursos del Estado, como ha ocurrido con sus socios de la Argentina. Aquellos antecedentes muy atrás en el tiempo dan claves para el presente: criminal es el pasado de los soviéticos y de sus similares, criminal es el presente de sus herederos en Venezuela y alrededores.

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El país que vio nacer a Bolívar y su “guerra a muerte”, trata de desestabilizar ahora a Colombia y la amenaza con frecuencia, mientras los milicianos bolivarianos penetran por varios puntos el territorio del vecino, sobre todo por el norte, para seguir erosionando al sistema democrático liberal. Así, queda claro que está vigente entre estos dos países una guerra asimétrica. En ese marco siniestro ya tiene Caracas en su interior más muertos extrajudiciales acumulados que similares cifras a las que sumó Chile durante el régimen militar de las décadas pasadas. Pero los caribeños no cejan en la comisión de crímenes de lesa humanidad, según las Naciones Unidas y otras respetables entidades internacionales. En paralelo, amenazan a Colombia con un choque armado que en realidad ya existe dentro del marco inestable de lo que se llama en términos técnicos “guerra asimétrica”, la misma que otros expertos también consideran como “guerra híbrida”. Hace pocas semanas un alto oficial del ejército bolivariano dijo en público que un supuesto ataque explícito de Colombia sería respondido.

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El general, bocón y balandrón, dijo que sería una respuesta sobre la capital cafetera y también sobre las islas de San Andrés, así como sobre la fronteriza Cúcuta. Es obvio que en las hipótesis de conflicto de los uniformados venezolanos -las que se elaboran para una eventual confrontación abierta- los puntos geográficos señalados sean naturales blancos para sus aviones y misiles. Pero eso sería parte de un enfrentamiento regular entre estados que en lo inmediato es impensable. Lo importante es lo que ocurre con los otros a veces difusos frentes de esta guerra atípica, que tiene los perfiles técnicos aludidos. Estas formas de enfrentamiento entre países y grupos, que surgieron durante la llamada Guerra Fría -después del reacomodamiento del orden geopolítico y mundial a mediados del siglo pasado y a posteriori del último conflicto universal- se desarrollaron y continúan como epifanía alterna de las confrontaciones entre estados.

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Se entendieron como una suerte de burbuja de las luchas entre pueblos y naciones que en la previa se rigieron por las normas de la guerra impuestas al estado nación, el que germinó a partir de la llamada Paz de Westfalia. El origen en el derecho de gentes hizo evolucionar la regulación de tales confrontaciones, cuyas mayores evidencias fueron las dos guerras mundiales de la centuria anterior y el surgimiento de las doctrinas y legislación de contención en favor de los derechos humanos en los que aparecieron los de las víctimas, como la última frontera hacia el respeto y reparación trazada en tiempos recientes. La erupción de choques regionales localizados y calificados en principio como de “baja intensidad”, respondían a las fricciones entre las superpotencias en sus zonas de influencia y las de sus rivales, que evitaban una confrontación global y nuclear, aunque no soslayaban  el resurgir de la barbarie localizada.

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Tales pugnas armadas y limitadas en el espacio dieron curso a una sangría lenta en todo el planeta. La violencia que se pretendía aminorar no redujo los horrores que se pasaban por alto y como regla operativa, a lo previsto por la regulación de conflictos y la concesión de garantías a los más vulnerables. ¿Alguien recuerda ahora el aniquilamienhto ideológico y físico de Pol Pot  sobre su propio pueblo en Cambodia, hace unos 40 años?; aunque más fresco en la memoria está lo sucedido en Irak primero con la población kurda y luego en Siria, donde los civiles fueron gaseados por el régimen de Damasco. El mismo que tantas alabanzas recibió del fallecido presidente de Venezuela, don Hugo Chávez, y de su sucesor, Nicolás Maduro. En esas guerras que no dejan de ser, aun cuando no repercutan de manera generalizada, se saltan por decisión plena los patrones de atrocidad conocidos. Así lo señalan los tratadistas de este tipo de trama bélica, en particular los chinos **.

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Esos especialistas ya han señalado que en estas guerras, cualquiera sea el estatus del combatiente, la asimetría se salva con el terror previo o directo en tiempo, modo y lugar sobre el enemigo, y el respeto cero a quienes puedan sufrir daños colaterales, porque no hay daños colaterales consecuencia de la táctica, sino directos producto de la concepción estratégica. En otras palabras, no hay destrucción acotada porque se pretende generar consecuencias integrales a todo aquel que se suponga representativo de los intereses del enemigo, esté este armado o no. Eso incluye a los civiles. Para esos teóricos de tales conflictos, sea este híbrido, de baja intensidad, o asimétrico, todo está permitido y no importan las normas ni los tribunales internacionales. Esto último, “...después se verá...”. Es la resurrección de la barbarie sin medida, un retorno de la guerra a muerte, que la historia oficial en Suramérica evita recordar en los libros oficiales. Sí queda claro que, para ellos, en cualquier forma que se presenten esas confrontaciones, conforman la realidad de una guerra, sin mediaciones ni consideraciones humanitarias.

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Todo ello significaría, ni más ni menos, que Venezuela y Colombia ya están en guerra, desde hace tiempos y tal como se describió. Lo que plantea el amenazante alto oficial venezolano aludido es un escalamiento eventual del actual enfrentamiento hacia un choque clásico entre estados. De manera connotada eso implica también el reafirmar la certeza de que la guerra como tal ya existe. El terror generalizado en el Catatumbo, región fronteriza norte colombiana, generada por fracciones del ELN y las FARC residuales, en crecimiento y con mando desde Venezuela, al tiempo que subalternas a las directivas de Miraflores, serían parte de la descrita confrontación atípica entre países. El frustrado intento de asalto al poder bolivariano que partió desde Colombia hace un año, con un grupo de mercenarios y armados venezolanos, al mando del general retirado Cliver Alcalá, sería una devolución de gentilezas de la contraparte en la confrontación para nada reciente.

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La expulsión de Bogotá de dos funcionarios rusos a fines del año pasado, es un fragmento en tiempo y espacio de lo mismo. Se sabe que en el alineamiento de jugadores internacionales que derivan de una guerra, los aliados cuentan y también reciben lo suyo. Los rusos no jugarían para Colombia sino para el enemigo. Cuando el general Ovidio de Jesús Delgado *** dio aquellas declaraciones en el occidente venezolano, no hizo otra cosa que poner en público lo que en privado es la ya señalada “hipótesis”, que muestra apenas lo que se está preparando si, como se señaló, el conflicto armado escala, sin necesidad de confirmar que ya existe. Lo está bajo el desarrollo de otras tácticas y acciones difusas pero con estrategia contundente, en lo que hace a daños y víctimas como los mencionados en el desarrollo de estos conflictos fuera de los rangos clásicos.   

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El peso demográfico de casi dos millones de migrantes venezolanos en Colombia -en realidad refugiados- también pesan en este enfrentamiento asimétrico, porque estos migrantes obligados deben apoyarse en sus carencias sobre una para nada sólida estructura de oferta laboral, así como en lo educativo y de salud pública de los colombianos. Eso le sirve a la otra orilla de la conflictividad, para debilitar a su confrontante. Para entender el exabrupto de Delgado con otros antecedentes, no debe olvidarse que en vida de Chávez el ataque en Ecuador que eliminó la base de alias Raúl Reyes en ese país (2008), puso entonces en guardia y preparación a Caracas, porque en aquel tiempo Venezuela ya daba amparo a la subversión colombiana en su propio espacio. Pero en ese momento los ilegales armados colombianos aún no eran subalternos de Caracas en lo político militar, como sí lo son ahora. Eso deja a “disidentes” de las Farc y cuadros del ELN, entre sus similares, en el mismo papel de Lenin y sus extremistas a inicios del siglo XX: traidores a su patria.

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Al no haber frentes clásicos de puja armada en este tipo de guerra, sus bordes y protagonistas suelen ser volátiles y se enmascaran las responsabilidades por las consecuencias sobre el terreno. La confusión y la negación suelen ser más incisivas que lo que suele acontecer en las pugnas clásicas, donde las reglas de juego entre los combatientes son más claras y reguladas en pretensión por la ley internacional. Las lógicas que desde lo teórico se pueden aplicar a estas formas contemporáneas de luchas por razones ideológicas, geopolíticas y económicas -que siguen siendo las mismas de los viejos conflictos- podrían encontrarse en el contexto del pensamiento de Felix Guattari y Gilles Deleuze. Ello dentro de la idea de la “deconstrucción” (del Estado moderno, la guerra clásica y su normativa, lo mismo que la sociedad tal como ha sido conocida en Modernidad, entre otras deconstrucciones posibles) del raciocinio habitual para articular estructuras sociales. La idea afirmada del “rizoma” **** atraviesa esta concepción en la cual por extrapolación desde la botánica, las raíces y los tallos se comportan de manera caprichosa, sorprendente e imprevisible en cualquier tramo de un proceso para nada lineal (aresprensa).

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  • l * Véase en : Uribe pensó en un operativo militar en venezuela. El Tiempo. Bogotá D.C. (21 de agosto, 2012), p. 6, c, 1 - 5. También en: RUEDA, María Isabel. ¿Cree fundados los temores de que Chávez pueda atacar a colombia?; en: El Tiempo, Bogotá D.C.. (30, enero, 2010); p. 1-10, c. 1 - 5

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  • l ** En realidad son diferentes definiciones para los mismos fenómenos o similares. Esto debido a lo difícil que se hace encasillarlos dentro de las lógicas clásicas y, por tanto, con las formas de comprensión tradicionales. Véase al respecto el ensayo de González Gabriel “De la Guerra asimétrica a la guerra híbrida”. En ese escrito se toma de referencioa a los coroneles de la fuerza aérea china Quiao Liang y Wang Xiansui, autores de libro “Unrestricted Warfare”. Allí se hace alusión a lo obvio del no respeto de las leyes y obligaciones de la guerra para alcanzar el objetivo estratégico. En: www.cefadigital.edu.ar ..
    •  *** El alto oficial lo dijo en la frontera con Colombia en un acto público celebrado con motivo del 21 aniversario de la creación de la Defensoría del Pueblo en ese país, a fines de febrero del año en curso. Véase: General venezolano amenaza con atacar objetivos en cúcuta. En: La Opinión. Cúcuta. (21, febrero, 2021)

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  • **** Para mayor descripción sobre la estructura del rizoma como categoría de conocimiento, véase: DÍAZ, Esther. Entre la tecnociencia y el deseo: la construcción de una epistemología ampliada. También: Rizoma, de Gilles Deleuze y Felix Guattari.

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VÍNCULOS : ARGENTINA, LA DISOLUCIÓN DE UNA REPÚBLICA 

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