FILATELIA, ARTE VISUAL |
PATRIMONIOS CULTURALES // ARTES VISUALES // Publicado el 15 de septiembre de 2024 // 11.30 horas, en Bogotá D.C.
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El coleccionismo es tan añejo como los objetos que se coleccionan y esto es una verdad de Perogrullo. Las artes, en particular las visuales tienen en la afición de coleccionar una de las claves para que la memoria de la obra permanezca, de la misma manera o parecida a lo que hacen los museos. En ese plano, suele pasar inadvertido el valor que tienen para el coleccionismo y la memoria de una sociedad, una curiosidad que mueve a un grupo a veces reducido de coleccionistas y esa es la de los sellos de correos, afición llamada filatelia. Sin embargo, y no obstante la importancia que tiene esa forma de coleccionismo, ha habido reticencia tácita a considerar la filatelia como un segmento de las artes visuales y eso es al menos una injusticia. La emisión de un sello postal sigue siendo un acontecimiento y el coleccionismo perdura, no obstante que el impacto de las tecnologías dejó atrás uso del correo postal que fue una tradición, aunque hay gente que sigue enviando cartas por otros canales diferenciados del antiguo servicio, que suele estar controlado por el Estado, aunque lo operasen en su tiempo y según el país algunos privados.
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Escribe: Néstor DÍAZ VIDELA
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En estos días se realiza en Bogotá una gran muestra filatélica en cuya promoción se alude a la cultura y la propia historia del país, como parte del desarrollo de este servicio que fue esencial y que mantiene en el coleccionismo una parte de su otrora arraigada vitalidad. La misma vitalidad que la tecnología contribuyó a relevar en menos de cuatro décadas. El encuentro filatélico de Bogotá se inició el pasado 9 del mes que cursa y se prolonga por casi dos semanas en un escenario de rango alto como lo es Cafam, en el occidente de la principal metrópoli cafetera. Tal como ocurre en este tipo de encuentros, las actividades son variadas y no solo de una observación que puede incluir la admiración ante las colecciones de sellos que se exponen a la vista de todos. El ingreso a la muestra es gratuito y no hace distingos entre especialistas, curiosos, aficionados o mirones de ocasión. Sirve para destacar que en otros escenarios del mundo el enfoque coleccionista a esta variante sigue extendido. En países como Dinamarca goza de una especial atención
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No falta quien ha escrito que las colecciones de sellos son un factor de felicidad * para quienes atesoran estas pequeñas piezas de papel y materiales similares. Cada estampilla o bloque de estos diminutos elementos gráficos son en verdad piezas de arte. Una forma de creación estética que está atravesada por la técnica de la impresión y el diseño. Esto sin soslayar que hay ediciones completas de estampillas dedicadas a las artes y que países como los africanos, así como algunos asiáticos encontraron en los sellos de correos y en los coleccionistas una buena fuente de ingresos y una delicada manera de promover a sus artistas y culturas. La referencia a la técnica y el diseño como parte del arte está dada por la reflexión teórica que inició Walther Benjamin en la primera mitad del siglo XX -y puso en mayor relieve la Bauhaus, también alemana- cuando vio la luz su famoso ensayo y pregunta por la técnica, en su vínculo con el arte visual que hasta entonces se había ligado por siglos solo a la pintura y la escultura.
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El descenso hasta el peatón de lo que el pensador alemán llamó “aura” es parte de su contribución reflexiva. Benjamin en un segmento de su narrativa señaló que, en ese cruce de lo irrepetible de la creación artística con la tecnología y su revolución implícita, se asomaba la democratización del arte. Es por eso que bien podría señalarse sin temores o aprensiones limitantes, que las estampillas forman parte de las artes visuales como una suerte de género autónomo de estas tradiciones estéticas. También esta forma de coleccionismo y afición está vinculada con el desarrollo de los estados modernos. Fueron estos y los gobiernos sucedáneos los que impulsaron el proceso y lanzaron las colecciones no solo para el intercambio de mensajes entre las naciones sino en particular para un mejor desarrollo de los vínculos interpersonales y comerciales, en tiempos en que la Modernidad se afirmaba de manera definitiva como manera de comprender el mundo en sus distintas esferas. Además, como una manera de hacer explícita la manera de ser de los distintos colectivos sociales, agrupados en países.
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Al margen de lo anterior es importante traer a la mesa de reflexión lo señalado en Colombia hace tres años por Nazhly Viviana López, en un trabajo escrito para un medio de divulgación local y oficial *. El trabajo trae a relación otra variable importante de la filatelia: la estampilla es un título valor y “…una inversión de largo plazo…”, que se define por su “…rareza, autenticidad, antigüedad…” así como por el número de piezas en circulación, entre otros indicadores no menos importantes. Para los estados y para los que invierten en las colecciones son un patrimonio relevante. Vale entonces traer de la memoria, que aquellos que debían huir de la persecución en tiempos para nada lejanos, parte del patrimonio que cargaban en las alforjas armadas de afán, estaban las joyas, las obras de arte, los cheques y las estampillas. Quizá es por eso que en Europa la afición al coleccionismo de sellos sigue siendo de gran fortaleza. Aún incluso cuando el correo tradicional y material haya caído en desmedro. Ahora la estampilla adquiere vida propia por sí misma, liberada del vínculo directo con el servicio postal.
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No es tiempo para imaginar el futuro que depara esa forma de independencia entre correo y estampilla, pero sí es posible suponer que los países no renunciarán a seguir emitiendo los sellos postales, aunque sea solo para mantener el interés de los coleccionistas y la historia de las sociedades. En otras palabras: dirigido a quienes siguen vinculados con la costumbre de coleccionar los sellos que otrora daban color y belleza a las cartas. Nazlhy López, en su relación escrita, pone atención en el hecho de que cada emisión que se realiza en Colombia llega a 192 museos de igual número de países en el orbe. Es también por eso que los gobiernos, siguen lanzando sellos y la filatelia se mantiene viva, a despecho de su tensión con el desarrollo tecnológico que cambió la deriva de los mensajes. Personajes históricos, patrimonios materiales e inmateriales, tesoros de flora, fauna y geografía, desfilan en imagen por las estampillas y nadie por ahora entre los comprometidos de esta empresa pareciera dispuesto a dejar atrás el acumulado de casi dos siglos de vigencia (aresprensa).
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