NICARAGUA MÁS HUNDIDA EN SU ABISMO
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ACTUALIDAD  //  Publicado el 08 de noviembre de 2021  //  18.45 horas, en Bogotá D.C

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Iberoamérica y el mundo acaban de presenciar en Nicaragua una aplastante victoria electoral de la fórmula presidencial Ortega-Murillo que, tal como se decìa en el entorno oriental durante la Guerra Fría: fue una victoria «a la búlgara», cercana a un 100 por ciento. No había dudas en la previa sobre el pronóstico «aplastante»: el gobierno que alguna vez representó el espíritu general opuesto a la dictadura es ahora una dictadura que ya aplastó toda forma posible y legal de oposición. El sometimiento en reclusión de casi todo el arco político opositor -entre ellos casi una decena de candidatos presidenciales- al dictador nicaragüense Daniel Ortega ha sido la fresa del postre negro que construyó el régimen centroamericano desde su reempoderamiento, en la segunda mitad de la primera década de este siglo. Una parábola de acumulación de poder que buscó a toda costa y desvergüenza el recuperar los resortes de control político para no apartarse jamás de ese rol, borrando por la fuerza bruta todo asomo de visión diversa a su concepción y visión retardataria. Fue así como lo hizo en el pasado la dinastía Somoza, derribada por la vía armada que ejerció la agrupación sandinista de la que el vigente dictador hizo parte. De la misma manera como pretende hacerlo ahora, entre otras del continente, la dinastía Kirchner en la Argentina. Los Ortega van ahora por su cuarta reelección consecutiva y manejan el país más pobre de América Latina que ahora parece asegurar su pobreza como «virtud revolucionaria», después del caótico Haití.

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Escribe: Rubén HIDALGO

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Los métodos son similares: ir por todo y avasallando lo que se contraponga, con cualquier herramienta por siniestra que sea. Lo que sigue en juego ahora no es solo Nicaragua, es toda Centroamérica y el resto de Sudamérica, por añadidura. Es un juego al todo o nada del maridaje de espanto que controla la sociedad desde Managua, con todo desparpajo y como si no existiera el mundo que los observa y condena. La sociedad conyugal se mueve tal como lo hicieron los Ceaucescu alguna vez en Rumania. También Cristina Fernández lo intenta ahora con relativo éxito en la Argentina. Ella lo hizo explícito cuando fue presidenta el país austral y dijo eufórica por un fugaz éxito electoral: «vamos por todo». La «viuda negra» argentina lo planteó cuando fue mandataria, el 27 de febrero de 2012, en Rosario. La que sufre en todos los casos citados es la sociedad oprimida por estos sátrapas angurrientos de poder y de los fondos públicos, en lo que los sandinistas ya tienen historias bien construidas y relatadas por la literatura, como lo han hecho, entre otros, los escritores Gioconda Belli y Sergio Ramírez.

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Nicaragua tuvo unas elecciones mentirosas este siete de noviembre. Daniel Ortega y Rosario Murillo son un matrimonio de poder y conveniencia, a la manera de cualquier sociedad mafiosa que se respete en su autenticiad . La mujer de esta pareja, tal como ocurrió y ocurre con la Fernández de Argentina es más temible que su cónyuge, según afirman sus íntimos. Ortega, como se sabe, ha sido acusado como violador de su propia hija, Zoilamérica, hoy refugiada en Costa Rica. Un exilio generado por la denuncia que por esa razón hizo en su momento la joven maltratada. Esas tenemos para dar una pincelada de arranque sobre quienes aspiran a perpetuarse en el poder de la pequeña y pobre Nicaragua, reafirmándose en estas elecciones fraudulentas de todo fraude y barbarie posible. El cuadro hecho hasta aquì en pincelada no dice de lo inmediato en estos días que siguen al previsto golpe electoral. Pero sí da una referencia a los antecedentes de los personajes que armaron el paquete para intentar dar curso a lo que siempre pretendieron: perpetuarse bajo cualquier medio y con desprecio hacia aquello que los condena.

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Parte del golem institucional que se ha construido en Nicaragua es la alianza que propició Ortega ya controlando los hilos del país en la mano, desde 2006, con sus opositores, los que le posibilitaron ir tomando el paulatino manejo absoluto y la neutralización de quienes pudiesen levantar cabeza en su contra. Un proceso que de alguna manera se cierra ahora cuando está preso, exiliado o perseguido la casi totalidad del arco opositor. Son siete los candidatos encarcelados y nada dice que el proceso de sangría simbólica y material se detenga porque como en la tradicional figura de la dialéctica entre la rana y el escorpión, este último responde siempre a su naturaleza. Las dictaduras no tienen otra manera de comportarse tal como lo hacen, porque la conculcación de derechos, la pérdida de libertades y la represión es la naturaleza propia de las dictaduras. No importa cuál sea su signo ideológico, porque no hay dictaduras buenas, ni siquiera la distópica del proletariado con la que no pocos lunáticos aún sueñan.

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Debe recordarse que los sandinistas fueron desplazados de sus primeros gobiernos (1979 - 1990), luego del derrocamiento de Anastasio Somoza, por pecado de corrupción. Volvieron peores y en esta ocasión con intención de no dejarle el control del país a otros, cualquiera fuese el precio tenebroso a pagar y que pagan las víctimas. Lo han logrado. No se espera ya que Nicaragua se desbarranque hacia una dictadura, porque ya lo es sin tapujos discursivos o institucionales. Solo se espera que esta monarquía tercermundista, retrógada y para nada revolucionaria -a despecho de lo que ellos siguen sosteniendo al igual que lo hacen sus compinches internos y externos- profundice la tragedia y el sometimiento a su pueblo. Ya se sabe que el encarcelamiento para nada nuevo de los opositores se hizo efectivo de manera extrema, cuando el régimen tuvo la convicción de que el rechazo en las urnas sería incontrolable. El que fue paulatino avance sobre todas las formas de libertades e independencia de poderes es casi completo salvo el del repudio callejero que a veces vuelve a estallar. El control social e institucional absoluto no ha impedido esa resistencia a la que ellos -el matrimonio y sus esbirros- han respondido con violenta represión. El resultado para quienes sufren la perversión institucional se ha pagado con cárcel y con vidas.

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Eso en lo específico porque, además del desprecio de los dictadores encaramados en el control del estado nicaragüense, son sordos a cualquier forma de llamado o advertencia, tanto local como internacional. En esta antesala de la afirmación del ápice en la degradación democrática, se contabilizan no solo la casi decena de candidatos presidenciales en las mazmorras sino que hay otros presos políticos, en suma que llegaría a unos 150, en cifras extraoficiales. La satrapía neogorila centroamericana como ya se advirtió, tiene sus compinches en la región, son de la misma cuerda y aplican métodos similares, o al menos tratan de hacerlo, aunque en ciertos detalles estos nicaragüenses son adelantados. Después de la caída de Somoza la corrupción sandinista fue descomunal en su accion de saqueo de las arcas del estado, con máscara salvífica para una presunta revolución. A eso se le llamó «la piñata» *. Así lo aprendió sin tapujos el kirchnerismo argentino e implementó su propio modelo sórdido. Los Ceaucescu rumanos terminaron muy mal, estos otros suponen que quedarán impunes (aresprensa).

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* Además de los escritos de los nicaragüenses Gioconda Bellí y Sergio Ramírez, léase el libro del argentino Hugo Alconada Mon: «La Piñata», (Buenos Aires: planeta, 2015):

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VÍNCULOS : ARGENTINA, AVANZA EL AUTOGOLPE III

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