UCRANIA EN EL BORDE |
ACTUALIDAD // Publicado el 24 de enero de 2022 // 19.00 horas, en Bogotá D.C.
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La tensión crece y nadie sabe hasta cuándo se tensará y cuánto aguantará el hilo cada vez más delgado. Rusia sigue aumentando el flujo de sus tropas en la frontera con Ucrania y no parece dispuesto a retirarlas o reducir el número de efectivos y de material de guerra reunidos en el borde fronterizo. Por su lado, Estados Unidos aumenta las amenazas frente a las señales de rusas de ir al recurso de la confrontación bélica sobre el territorio amenazado del vecino, si se sigue adelante con las previsiones de que tanto Ucrania como Georgia se conviertan en socios de la OTAN, nada menos. Aunque de la retórica amenazante a los hechos suele haber distancia considerable, lo cierto es que también cualquier error de percepción o movimiento en falso puede desatar y precipitar aquello que nadie quiere: dejar que sean las armas las que definan lo que por ahora es retórica. El conflicto en alza no es localizado, también se extiende a otras partes del mundo que incluyen a la América del Caribe, tanto como a Sudamérica.
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Escribe: Rubén HIDALGO
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Aquí en el vecindario aparecen países involucrados en lo que de manera puntual compromete solo a lo que suceda en Europa Oriental. Además, la China aparece vinculada de manera indirecta con el actual estado de cosas. Los pronósticos tampoco son alentadores hacia el futuro mediato, entre otros aspectos porque la situación vigente hoy en el sur de la superpotencia mundial, que es Rusia, no se retrotraerá a las condiciones vigentes hasta el final de la Guerra Fría, vale decir, al iniciarse el presente siglo. Hay diferencias históricas en esa zona del mundo que desbordan los intereses inmediatos que se juegan en el presente. Lo cierto por ahora es que Moscú tiene estacionadas en la frontera sur a 3.500 paracaidistas que se suman a otros 94 mil hombres. Esto además de 1.200 tanques, 6 submarinos en el Mar Negro. Sumado a lo anterior, el mando ruso ha dispuesto a 330 aviones de combate y 75 buques de superficie. El gigante que amenaza rodea todos los límites de Ucrania menos sobre el Occidente, esto es más o menos el 80 por ciento de su perímetro limítrofe y eso incluye el apoyo de Bielorrusia a los eventuales invasores. Ucrania no es socia de la Otan, pero aspira a convertirse en otra ficha de ese lado del tablero.
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Por lo pronto debe señalarse que la crisis en aumento y con imprevisible deriva hacia un desborde en cualquier momento, encuentra a un presidente Joseph Biden muy debilitado en lo que hace al respaldo de la ciudadanía de los Estados Unidos. Por otro lado, aparece un Vladimir Putin para nada dispuesto a retroceder en lo que hace a la demanda de evitar que los aliados de Occidente se asienten sin más en el sur de sus fronteras. El tema no es nuevo, también es histórico. Rusia no quiere sentirse amenazada por quienes son parte de sus enemigos ancestrales. Los tiene por todos lados. Ya en el pasado remoto fue invadida por los mongoles y en la historia moderna fue atropellada por Suecia en el inicio del siglo XVIII, después por Napoleón y por Alemania en los dos últimos siglos. Sabe también que el Islam radical es para ellos una amenaza más allá de lo latente. Lo ocurrido hace pocos años en Chechenia es parte de sus aprensiones profundas.Tampoco debe olvidarse la confrontación de centurias con el imperio turco, hasta disolución de este en el fin de la Primera Guerra Mundial. Luchas ventajosas para los rusos en extenso duelo para alcanzar aguas cálidas sobre el mar Negro y adyacencias.
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Allí donde está esa Crimea reincorporada en tiempos recientes para la flota rusa, que se proyecta al Mediterráneo. Sobre territorios y costas que fueron agregadas por Catalina, la grande y Grigori Potemkin. De tal manera que no es simple discurso el sentirse amenazada con la extensión de la Otan a la remisa Ucrania, que desafía a Moscú desde siempre y tiene razones para tratar de mantener a los rusos por fuera de sus decisiones, como estado que pretende ser soberano. Pero ocurre que Ucrania también tiene razones para exigir. Es cierto que el nacimiento concreto de Rusia se produjo en este país, de manera puntual en lo que fue el rus de Kiev, hoy capital ucraniana. Por eso no es casual que un sector del territorio de este país esté poblado por rusoparlantes que para nada se oponen a la presencia rusa y sí al acercamiento con los occidentales. Por otra parte, quienes en Ucrania rechazan a los rusos no olvidan el genocidio que perpetró Stalin en las primeras décadas de la Revolución de octubre, cuando la hambruna de la colectivización de tierras se llevó la vida de casi diez millones de personas. También tienen anotado que fue Ucrania el gran arsenal atómico de la Guerra Fría y que en su territorio ocurrió la tragedia de Chernobil.
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Todo eso significa que la pugnacidad que se prolonga aparece ahora como una suerte de ajuste de cuentas de larga data y con repercusiones en todo el mundo. Tanto que, como ya se sabe, existiría presencia militar de Rusia en Venezuela, más allá de lo que Washington consideraría tolerable y lo mismo ocurre o podría suceder en Cuba. Debe recordarse que la instalación de misiles soviéticos en la isla caribeña y en plena Guerra Fría, a comienzos de los años 60, puso al mundo al borde del choque nuclear entre ambas potencias vencedoras y hegemónicas luego de la Segunda Guerra Mundial. De igual manera, los recientes acercamientos y maniobras militares conjuntas entre China y Rusia, muestran que estos dos países estarían dispuestos a ir de la mano en caso de que las cosas pasen a mayores en las diferentes disputas que ambos mantienen con Occidente; esto es: Washington y sus aliados de la Otan. Ya España mandó una nave de guerra al Mar Negro y Gran Bretaña también envió apoyo militar a la zona. Al tiempo, la embajada norteamericana en Kiev anunció el retiro del personal no esencial en la sede diplomática de esa capital, junto con el envío en las últimas horas de 90 toneladas de equipo militar.
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Lo cierto desde la otra orilla es que el celo eterno de Moscú sobre los riesgos de su frontera, basado en los grandes hechos ya descritos, tiene otro componente no menos importante. Rusia no tiene accidentes geográficos que como límite natural sean obstáculo y defensa táctico-estratégica ante eventuales enemigos e invasores. Su territorio salvo en áreas como el Cáucaso es de amplias llanuras fáciles de cruzar en términos relativos. Esa es una debilidad incontrastable que ellos han sabido usar en tiempos de grandes invasiones, como fue la de Suecia, Francia o Alemania, e incluso el intento de Japón desde Manchuria, antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Pero no deja de ser una debilidad que pesa, y es por eso que hacia el Oeste donde sus fronteras son más sensibles, ellos han usado la herramienta de los países amigos o presionados que puedan conformar un cinturón territorial de seguridad. Eso fue el Pacto de Varsovia durante la Guerra Fría y la influencia que tuvo Moscú como cabeza de los eslavos en todos los tiempos, sobre esos espacios vecinos. Ahora, Rusia se siente amenazada debido al hecho de que los países que fueron parte de su área de influencia, como fueron Polonia, los bálticos y los escandinavos, sean parte de la contraparte.
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Esa liga de alianzas, que se llama Otan, avanza ahora por el flanco sur de Rusia. Es eso lo que los pone en el límite del nerviosismo porque es el último flanco sobre el que pierden control y está demasiado cerca de las áreas en que se asientan los musulmanes que pueden ser permeables al extremismo religioso. Es el único borde fronterizo que antes les brindaba un colchón protector, siempre inestable para su experiencia histórica. Ya se hizo referencia a lo que ocurrió en Chechenia hace pocos años y también a lo sucedido en el área de Osetia, entre Armenia y Georgia. A eso se puede agregar el reciente enfrentamiento entre una Armenia cristiana y un Azerbaiyán musulmán, en 2020, que obligó a la mediación de Putin para que se recobrase la calma. Razones tienen los rusos como argumento para justificar la histeria guerrera. Solo la confrontación con Alemania les costó 20 millones de muertos. Pero también es claro que las razones expuestas justifican a la otra parte que desafía a la historia rusa. Nadie olvida las cuentas nunca cerradas de las que fueron víctimas Polonia, Hungría, Afganistán, Checoeslovaquia y la propia Ucrania, por citar unos pocos casos. Cada tanto aquí el pase de facturas aparece sobre las nuevas páginas del devenir y este es uno de esos momentos (aresprensa).
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VÍNCULOS : PUTIN Y LA DECADENCIA OCCIDENTAL // CHILE, LLAMADO A LA MODERACIÓN
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