UCRANIA: UNA PAZ A DENTELLADAS
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ACTUALIDAD  //  Publicado el 19 de marzo de 2025  //  19.30 horas, en Bogotá D.C.

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Europa sigue escandalizada y absorta ante el giro en reversa de los Estados Unidos hacia la política y el compromiso occidental contra la invasión rusa sobre Ucrania. Pareciera en la coyuntura que la destrucción del país, de su infraestructura y la suma de los centenares de miles de muertos que incluyen, además de los que siguen guapeando en el frente de combate, los civiles, e incontables niños, ancianos y mujeres, poco le importa al presidente Trump y a su séquito. Seres humanos que siguen cayendo en el día a día, porque la guerra no se atenúa con los anuncios de una paz eventual para esta guerra o con unos pocos días de delgada tregua o alto el fuego. Las repercusiones de lo que ocurre en Europa alcanza al resto del planeta, incluso a un entorno turbulento como es el que rodea a Taiwán, que ya no puede confiar en los Estados Unidos y no es el único que debe desconfiar de los norteamericanos en esa otra zona conflictiva del mundo.

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Escribe: Paulo de MOURA DIAS

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Lo que se juega ya no es solo la resistencia del país invadido contra el ocupante invasor, sino que, de una u otra forma, está comprometida en la confrontación la humanidad toda. Algo que queda a la vista después del escándalo acaecido en la Casa Blanca, entre el presidente norteamericano y el acorralado, así como humillado, Volodimir Zelensky. También hay resistencia en la galvanización europea, al menos en el discurso, de varios de los países del viejo mundo y de otras partes del planeta, incluida la América ibérica. En tales condiciones, la sensibilidad y estupefacción generalizada se mantienen y los temores crecen. Ahora sí, nadie está seguro en parte alguna del globo dado el peligro de lo que podría acontecer si, en la hora, llegase a extenderse el conflicto de por sí incontenible dentro de Rusia y el territorio sur del invasor. En la conversación de dos días atrás entre Trump y Putin, por propia voluntad, el mandatario de la Casa Blanca cumplió un rol subalterno y tributario.

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En el marco del nerviosismo generalizado, Putin de “Putinistán*, se frota las manos y permanece agazapado en su exigente astucia, que compone entre otros elementos el mantener lo conquistado, que es alrededor de un 20 por ciento del territorio invadido hace tres años, con exclusión de la Crimea ya ocupada hace una década e incorporada de hecho. El mismo espacio que antes arrebató Grigori Potemkin ** a los turcos durante el reinado de Catalina. Una península que en el siglo XX le reintegró Nikita Kruschov a Ucrania a fines de la era soviética y ahora aspira a consolidar el remedo imperial de Vladimir Putin. Lo real es que la Constitución de la Federación rusa exige la reconformación de territorios perdidos durante las diferentes guerras que sostuvo el país euroasiático durante los últimos dos siglos y bajo diferentes sistemas. Desde el largo periodo monárquico, con toda su palabra y significación, hasta la parábola soviética y el presente que controla Putin desde hace un cuarto de siglo.

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Pero la aspiración de ampliar las fronteras por la vía militar lleva al mundo al borde un abismo que por ahora se mantiene en equilibrio inestable. Una tregua de 30 días, en veremos, es algo para quienes están en el frente y nada para la búsqueda de una paz duradera, tanto duradera como garantizada. Eso es lo que pide Kiev y parece poco para un conflicto de profundas raíces históricas, de valores y también de aspiraciones. El mandatario ruso modificó la Constitución de su país para tratar de legitimar la ocupación de los territorios ocupados durante la invasión. Estos son Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia, territorios en los que hubo desde antaño población de habla rusa, unas “tres millones de personas”, según el mismo titular del Kremlin. De tal manera que la acción de guerra considerada como ilegal por Occidente, se legalizaría por el golpe armado de quien ordenó la invasión a las tierras del vecino.

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Todo esto se encadena como flexión inversa ante la comunidad internacional que sigue considerando la conquista y ocupación como actos fuera de la ley y convivencia internacional. Pero este nudo tiene más complejidades, en una dialéctica de ida y vuelta. La Rusia que fue Unión Soviética y la de ahora intentaron plegarse a la Otan en más de una ocasión, con diferentes niveles de tensión entre el bloque llamado por generalización de Occidente y el país euroasiático. Fue cuando China aún no se asomaba al panorama de las superpotencias y menos una India que está pidiendo pasaporte de próxima superpotencia A esta zona también se la ha llamado Indopacífico, con países como Australia y Nueva Zelanda, las que, se supone, jugarían para una alianza occidental ahora en desbande, en caso de un eventual conflicto generalizado. Por ahora, el punto focal de la confrontación en el oriente europeo encuentra al Kremlin fortalecido por los ires y venires de la nueva administración en Washington.

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La tregua favorecería más a Moscú que a los otros jugadores, si se tiene en cuenta que la agresión a Ucrania es para los europeos una amenaza para todos. Kiev no pudo integrarse a tiempo con la Otan, pero fue su aspiración inicial y una de las causas, según el Kremlin, para que el invasor iniciara las operaciones sobre las planicies de su vecino. La guerra de conquista que tantas veces sufrió Rusia en su historia se invirtió de sentido y pareciera que el autoritario presidente ruso se siente a gusto con los resultados de muerte masiva que ha derivado de sus decisiones y ambiciones geopolíticas. No son pocos los fundamentos de las aprensiones de los vecinos frente al poderoso enemigo del vecindario. En paralelo la buena memoria rusa de lo que han sido sus sufrimientos de los últimos siglos debieron advertirle que la búsqueda de su propia seguridad no debiera poner en riesgo la seguridad de sus vecinos. El esfuerzo de Washington en la búsqueda de la paz y, al menos, de un corto cese al fuego para negociar parecería ser bueno pero incierto.

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Tal cuadro de situación en la hora apunta a la disolución del orden internacional surgido de la Segunda Guerra Mundial. Un mundo que soportó incluso la Guerra Fría y que presencia la conformación de un trípode poder constituido por tres soportes posibles: Estados Unidos, Rusia y China. Novedoso en algún aspecto, repetido en otros. Los dos primeros mantendrían sus hegemonías, más debilitados los americanos y aceptando el declive de su primacía, una reconfirmación de la fortaleza rusa con evocación imperial y la emergencia de una China con influencia en todo el planeta. Los chinos lo han logrado en apenas dos décadas, desde Deng Xiaoping hasta Xi Yingping. Un eventual nuevo orden que se vislumbra, pero que nada ni nadie aseguran, pues siguen en el horizonte turbulento el conflicto inacabado e inacabable del Oriente cercano y la espina de Taiwán. En este caso los taiwaneses ya están avisados de que quien fue un aliado de confianza ya no es confiable (aresprensa).

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* Léase el libro de Xavier Colás, con el mismo título.

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** Este mariscal y noble ruso habría sido quien presentó a la emperatriz Catalina al sudamericano Francisco de Miranda.

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VÍNCULOS : IDIOTARIO DE GUSTAVO PETRO  //  ECUADOR EN SU LABERINTO

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